Friday 19 de April de 2024
ESTILO MARIANA | 13-04-2014 12:51

Alfredo Alcón, a la altura de los sueños

El rey de la actuación tenía la ambición de estar cerca de la intensidad en cada instante. Gracias por tanto amor. Video.

Él, el rey de la actuación, tenía la ambición de tocar los sueños, de estar cerca de la intensidad en cada instante. Sentirse vivo era su búsqueda y fue el teatro su fuente de encuentro con la vida, con la creación.

Humilde, sereno, apasionado, antes de salir a escena todavía sentía miedo de no estar a la altura de las circunstancias, a pesar de ser el más disciplinado, profesional, talentoso. Conocía los textos a la perfección desde el primer día de ensayo.

Cuando era chico, en la casa dónde vivía con sus abuelos, a la hora de la siesta se entregaba a una ceremonia entre las sábanas colgadas en la terraza, iluminadas por el sol. Se disfrazaba y decía textos sin saber porqué. Ya tenía en sus genes el arte de expresarse con la palabra, con su cuerpo. Pero fue su madre quien le trajo un día la entrada a una escuela de actuación. Una mujer que describe como única, sensible, trabajadora. Atributos heredados por el maestro Alcón.

Leopoldo Torre Nilson lo convocó para protagonizar su film, Un Guapo del 900 pero no se sentía tan guapo, quiso salirse del desafío, quizás con mucho miedo de no poder responder. Todos veían su talento y lo seguían convocando a pesar de sus evasivas ante la dificultad de creer que no podría.

En Enrique IV de Pirandello interpretó, desde el teatro San Martín, a un hombre con mil máscaras. Un loco que se hacía pasar por más loco; “Los razonables son muy peligrosos”. “Los estímulos nos modifican constantemente, no somos de la misma forma frente a todos, nos ponemos una máscara… por miedo a la vida, por eso Enrique IV se construyó una identidad”, decía Alfredo.

Él fue ese rey, lo encarnó magistralmente, vivió en su propio ser en esos días de 2005 y el público lo aplaudió gritando de pie: bravo, bravo!! Es que visitaba los textos clásicos con dedicación para que lo traspasaran como notas, colores, vibraciones en compañía del público, su más cercano amor. “A mi me han dado tanto, es un privilegio que empecé a entender recién ahora, pero no es la admiración, sino el afecto lo que siento, me siento acompañado y me hace bien”.

Gracias Alfredo por tanto amor!

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