El arte de los contrastes

El estímulo de los sentidos es un acto misterioso e inasible. Puede ser un raudal que impacta o un reflejo que acaricia; provenir de un sonido, un objeto, la combinación de espacios y colores, un aroma, un recuerdo. La lista se extiende casi al infinito, compleja como la misma mecánica de la sensibilidad humana. Pero a veces el impacto es instantáneo y pone en movimiento la maquinaria perceptiva, y generalmente, en estos casos la puerta de entrada son los ojos.

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Eso ocurre con este vibrante departamento de 90 metros cuadrados ubicado en Recoleta; la primera mirada es un shock cromático, con formas y colores que se funden o despegan y dejan huella. La disposición de la planta es clásica: consta de living, cocina, comedor, escritorio, bar, cuarto principal y baño; los pisos son de roble, y sobre ellos se reparten algunas alfombras.

La ambientación ya es otro tema. En este aspecto, la mano, la personalidad y el estilo de las decoradoras Delfina Detry y Agustina Méndez Ezcurra esevidente. Un atractivo caos estético ordenado por el buen gusto que se expresa en obras de arte, antigüedades, elementos nuevos y reciclados, objetos provenientes de todo el orbe, texturas varias, rayas, colores. Eclecticismo a pleno.

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El comedor ocupa un espacio ganado a una suerte de balcón, por lo que ofrece una atractiva vista de los jardines de planta baja. La mesa es de Eugenio Aguirre, las sillas están restauradas y tapizadas con género estampado, y los bancos de madera, hechos a medida. En el living se destacan n kílim turco y los sillones blancos, los retro y los Wright tapizados con pana turquesa. En el ambiente hay un atractivo bar. Por su parte, la cocina, más classic, tiene muebles y mesada de melamina blanca y una mesada de granito, mientras que la heladera fue convertida en un colorido muestrario de fotos y equeños objetos decorativos. Un departamento difícil de olvidar.