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ACTUALIDAD | 05-02-2013 08:09

Joyas, arte y decoración: los gustos de Amalita

Las periodistas Marina Abiuso y Soledad Vallejos realizaron un recorrido histórico y biográfico sobre quien fue una de las mujeres más poderosas del país. Enterate de todo en esta nota.

Conversamos con Marina Abiuso, una de las autoras.

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Amalita Fortabat es conocida en parte por su fortuna, sus negocios y empresas. ¿Pero cuáles son los puntos clave que surgieron en la investigación de libro sobre su estilo de vida?

Para comenzar uno debe pensar en dos "Amalitas". Una Amalita esposa y una Amalita viuda. La muerte de su marido Alfredo Fortabat representó un cambio muy grande en su vida.

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Ella fue criada como "mujer de clase alta". Es hija de una familia patricia, con mucho prestigio social pero no tanta fortuna económica. Es luego de su viudez que se convierte en empresaria. Cuando estaba casada con Fortabat era millonaria, pero él era un tanto más austero. En la estancia de Olavarría había un aljibe del siglo XIX, arañas, pero no se producía una ostentación de lujo. Cuando Amalita se muda sola, estando viuda, su vida era más suntuosa. Cambió la decoración de su casa, y por ejemplo, decoró su cuarto completamente de rosa.

Le gustaba tanto el rosa, que sus sábanas eran de color rosa y si leía el diario en cama, como le gustaba hacerlo, cubría las sábanas mas finas con otras sábanas para protegerlas de la tinta o manchas del diario. Luego de la muerte de su marido, comenzó a gastar, se podría resumir, pero hay que tener en cuenta que el lujo de los años 80 es muy diferente del lujo entendido en los años 20 o 30.

¿Qué era para ella "darse un gusto"?

Amalita se daba gustos. Disfrutaba mucho de los placeres de la vida. Si había una fiesta, Amalita iba a divertirse, bebiendo, bailando. Era usual que en sus cumpleaños, de estilo muy sibarita, fiestas muy concurridas, ella se animara a cantar tangos e incluso hasta bailar.

Respecto de sus bienes, a Amalita le encantaban las joyas. Tenía muchísimas. Por ejemplo en una viaje al África junto a su marido, Alfredo le rega una pulsera con un leon, dado que ella era del signo de Leo. Alfredo siempre le regalaba muchísimas joyas. Y las usaba. Tenía muchas ocasiones de lucirlas. Tenía por ejemplo un costoso collar que en los 60 se lo había regalado Fortabat, estaba completamente adornado con piedras preciosas.

Entre sus colecciones de objetos preciosos se encuentran también varios ejemplares de los famosos "huevos de Fabergé", creados por el orfebre y joyero ruso Carl Fabergé para los zares de Rusia y otros miembros de la nobleza.

En cierta ocasión que se celebraba en Olavarría la apertura de una sede la Alianza Francesa (mediante donación de dinero de Amalita), se decidió premiar a la más linda de la gala. Naturalmente ganó Amalita, y quienes asistieron a ese evento, dicen que ganó por el hermoso collar que llevaba en esa noche.

¿Tenía algún diseñador preferido? ¿Qué marcas de zapatos, joyas y vestidos elegía?

Podría sonar contradictorio, pero ella era muy sencilla. Es decir, le gustaban los diseños simples. Usaba mucho rosa también en su vestimenta. El que menos usaba era el celeste.

No hay muchas fotos de ella con pantalones. Entre los diseñadores, usaba mucho Chanel y mucho Dior. Y también Nina Ricci.

No obstante, a ella le gustaba mostrarse "cercana". Cercana a los demás. Por eso, cuando su popularidad explotó en los 80, decidió comprarse ropa en una tienda común. El local se llamaba "Santa Rosa" y se encontraba también en Olavarría.

Ella detestaba probarse la ropa, simplemente la descolgaba y la compraba. Aunque tal vez para retomar su imagen de persona común, una vez, dijo, cambió de lugar de comprar zapatos porque "habían aumenta su valor".

Como turista, ¿cuales eran sus destinos preferidos? ¿Hoteles favoritos?

Por muy raro que parezca, ella no era tan viajera. Sucede que ella vivía muy pendiente de lo que pasaba acá. Sin embargo, ella tenía una casa en Grecia, un departamento descomunal en Nueva York y salvo sus visitas a París y algunas veces a Italia, no era una turista constante alrededor del mundo.

Por otra parte, en Nueva York, siendo ya hiper-famosa en los 80, los diarios de la época le dedicaban siempre un sector en la página seis de sociales. Es que ella ya había logrado una amistad con varios de los personajes más famosos de los Estados Unidos, como la familia Rockefeller. Además ella organizaba jornadas en el Met (Museo de Arte Metropolitano).

¿Cuando y porqué comenzó con su faceta más filántropa? ¿Su relación con el arte era fundamentada o algo más snob?

Ella coleccionaba desde chucherías hasta geniales obras de arte. Ella siempre fue muy caprichosa. Su colección de entonces y actual, si se puede apreciar con atención, va de un extremo al otro. Incluso nos contaron los curadores de su colección que sufrieron mucho para organizar todo el material artístico. En el mismo espacio conviven el paisaje llamado "Julieta y su niñera" del inglés Joseph Mallord William Turner con la "Difunta Correa" de Antonio Berni, que es conceptual.

Ella participaba en varias reuniones para estar rodeada de artistas. La han visto en la casa de Rogelio Polesello. Participó de eventos con Eduardo Bergara Leumann. Los artistas le resultaban gente muy atrapante. Se comportaba como una mecenas pero no era sólo que les daba dinero, les gustaba apoyarlos y promocionarlos.

¿Cómo fue el encuentro con Andy Warhol?

Warhol nunca fue modesto. Tenia en claro que el arte contemporáneo se movía también por el lado del dinero. Cuando se encuentra con ella, él ya estaba en la etapa de pintar a pedido para los ricos y famosos. En ese momento ya existían los icónicos cuadros de Marilyn Monroe, Troy Donahue o Elizabeth Taylor. Ella ya había comprado el Turner porque lo era famosa. Su compra salió en los diarios norteamericanos del momento. Incluso, cuando Warhol la menciona en sus diarios lo hace como "la que compró el Turner".

¿Cómo fue la historia de la premiación del libro El Anatomista de Andahazi y la revelación del "clítoris"? ¿Es verdad que se enfureció?

Se podría decir que ella lo premió y no lo premió. Una de las estrategias que ella tenía para generarse imagen era la entrega de premios en concursos. Ella creó entonces un premio que un año la categoría era para literatura y al año siguiente era para las artes visuales. En 1996 la novela de Federico Andahazi llamada "El Anatomista" gana el premio de la Fundación.

Ella nunca se había metido en el premio de literatura. En el de artes visuales tal vez opinaba, pero tampoco afectaba demasiado los premios. Pero sucedió que un día ella estaba enferma y pide que le manden los ganadores del premio literario. Ella lee El Anatomista y cuando lo concluye a la noche, llama horrorizada quejándose que era un espanto, que era "pornográfico" y otras cosas más.

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