Hace 20 años moría la actriz Audrey Hepburn, considerada como una de las mejores estrellas de todos los tiempos.
Perfilando deseos
Hepburn fue una actriz británico-belga, ganadora del Oscar y del premio Tony, que fue considerada por la American Film Institute como la tercera mejor estrella femenina de todos los tiempos.
Su primer papel de importancia fue en el film Secret People, en el cual realizaba el papel de una bailarina prodigio. Pero el papel que la catapultó a la fama, además de ser su primer papel en Hollywood, fue, junto a Gregory Peck, en Vacaciones en Roma, de William Wyler.
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Durante los años siguientes, Audrey se convertiría en una de las actrices más reconocidas por su inigualable belleza natural, icono de la sencillez en la elegancia femenina y transparencia de personalidad. Fue considerada entre las más queridas y populares de la meca del cine y gozó de la amistad de casi todos sus compañeros de rodaje.
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Su larga trayectoria incluye varias películas imposibles de olvidar como Desayuno con diamantes (1961) o Sola en la oscuridad (1967), incursionando en un papel más dramático en Historia de una monja (1959), y volviendo a la comedia en Sabrina (1954). Estas cuatro películas estuvieron nominadas al Oscar como mejor actriz.
A mediados de los 50, Audrey no solo era una de las mayores estrellas de Hollywood, sino un icono de la moda. Su estilo, tan personal y elegante, era admirado e imitado. Además, era muy admirada por el público, como lo demuestra su Globo de Oro a la actriz más querida en todo el mundo en 1955.
Hepburn estuvo casada en dos ocasiones, la primera con el actor Mel Ferrer, con el que tuvo un hijo, Sean, que actualmente gestiona la fundación Audrey Hepburn Childhood, y la segunda con Andrea Dotti, un médico italiano con quien tuvo su segundo hijo, Luca.
En los últimos años estuvo unida a Robert, un holandés con el que compartían labores humanitarias y su gusto por cosas sencillas.
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Su última aparición en el cine se produjo en 1989, desde entonces y hasta su muerte en 1993, Audrey colaboró activamente con UNICEF, convirtiéndose en embajadora de buena voluntad.
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Falleció de cáncer de colon en su casa de Tolochenaz, en Suiza, el 20 de enero de 1993 a los 63 años de edad. Ese mismo día, Elizabeth Taylor dijo que "Dios estaría contento de tener un ángel como Audrey con él".
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