Morita Gil tiene más de 90 años y es una de las creadoras de joyas más destacadas de América Latina. Cuenta la agencia Efe que con la ayuda de dos de sus hijas el taller en el que desde hace más de medio siglo se crean joyas, esculturas y hasta mesas hechas del lapislázuli que se halla en el yacimiento Flor de los Andes, en el norte de Chile, el único lugar del mundo junto a Afganistán donde aflora este mineral.
Perfilando deseos
“El lapislázuli de aquí quizás no es tan bueno. Todas las piedras tienen manchas, mientras que el de Afganistán es fantástico, pero sus artesanos no se atreven a hacer lo que nosotros hacemos”, explica Morita Gil en una conversación con la agencia.
Su fascinación por las piedras preciosas nació a raíz de “una vuelta al mundo” que a finales de los años sesenta realizó junto a su hermana. “Lo que más me emocionó fue Grecia y después Bangkok. Y qué decir de los italianos, tenían unos artesanos fabulosos. Eran familias enteras que heredaban el arte”, recuerda. Ella tiene su taller desde 1968.
Los papás de hoy
Junto a su marido, arriendan la mina de lapislázuli a una viuda alemana y sus hijas y nietas llevan adelante el negocio.
El fantasma y el reggaetón
Mirá algunas de sus piezas acá.
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