Thursday 25 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 09-07-2012 12:50

El espejo: narcisismo vs. auto conocimiento

¿Cuál sería el final de Blancanieves si a la reina el espejo no le hubiera dicho que ya no era la más bella…?

Por Mercedes Carreira*

Juguemos un poco con la imaginación. ¿Podemos fantasear con un mundo sin espejos que reflejaran los años en nuestra piel o las diferencias con el ideal de “belleza clásica occidental” o el que está de moda? ¿Se haría realidad el dicho “Ojos que no ven corazón que no siente”? ¿Viviríamos más despreocupados, ajenos a los productos cosméticos y las cirugías estéticas? ¿Estaríamos menos deprimidos, por “no ver”? ¿Qué hubiera ocurrido si Narciso no hubiese visto su reflejo en el estanque? ¿Habría vivido sin vanidad ni egolatría y envejecido tranquilo?

Los símbolos en los cuentos de hadas servían para exponer ante los oyentes no una versión endulzada de la realidad, sino los límites del yo; su vigencia es tal que aún hoy cumplen esa función. El narcisismo de la reina en Blancanieves está simbolizado por el espejo mágico, que nos instala en la problemática de la imagen y lo que se refleja (¿cómo me hace sentir lo que veo?)… y también de la realidad, de la existencia, de lo que irremediablemente es… Desde esta mirada, el espejo es símbolo del auto conocimiento, la verdad y la sinceridad… y, junto con la imagen que éste refleja, simboliza la persona integrada, la unión del sujeto y el objeto, la aceptación de lo interno y lo externo. En los espejos aparece el “reflejo” de la propia vida interior. Sócrates recomendaba a sus discípulos que se miraran en los espejos para que, si eran hermosos, se hicieran moralmente dignos de su belleza y si eran feos lo disimularan mediante el cultivo del Espíritu.

Hay muchas interpretaciones posibles del cuento Blancanieves, hoy elijamos sólo una de ellas. ¿Por qué es más bella Blancanieves que la vanidosa reina? La reina simboliza la belleza material, terrenal y perecedera, en cambio Blancanieves encarna la belleza espiritual, eterna que, al igual que la nieve, cayó del “Cielo". El espejo, como juez omnisciente, dice esta verdad: "Señora reina, eres como una estrella, pero Blancanieves es mil veces más bella". Desde una mirada esotérica, el espejo es el "Ojo que todo lo ve", un objeto de la clarividencia. Cuando se trata de autoevaluarse, se dice: "Hay que ponerlo frente al espejo". En el cuento el espejo es, al mismo tiempo, la voz de conciencia de la malvada reina que le dice la verdad.

Pero el ego (aprecio excesivo que una persona tiene de sí) no siempre desea escuchar la verdad, no le gusta que le señalen defectos o errores. Mientras mayor es el ego, más altos son los muros que levanta, más gruesa es la venda que nos coloca en los ojos… más nos aísla e insensibiliza de lo real, inflándonos, porque le gusta hacernos sentir más importantes que los demás. El ego es una barrera que nos impide llegar al amor (al Amor con mayúsculas) nos impide sentir compasión, ternura, cariño, afecto... verdadero amor. El ego nos vuelve inconscientes ante la vida. Llevado a sus extremos, puede inducirnos a creer que estamos autorizados para menospreciar, dañar, dominar y utilizar a los demás; incluso, disponer de sus vidas.

Hay otras palabras que derivan de la misma raíz. El ego-ísta quiere todo para él, ve exclusivamente sus necesidades y desea satisfacerlas. El egó-latra sólo se adora a sí mismo y de lo único que habla es de sí mismo. El ego-céntrico piensa que el universo gira alrededor de su persona. El ego es el símbolo de un yo limitado y fragmentado, que lleva a mucho sufrimiento e infelicidad. A pesar de su aparente fortaleza y despliegue de recursos, el ego es débil e inseguro, está lleno de miedos y tiene algo de demente. Por lo general, al ego no le importa sostener una falsa idea acerca de nosotros mismos, en ocasiones prefiere eso antes que enfrentarse a sus miserias. El verdadero camino de crecimiento interno conduce a disminuir la importancia del ego, para dar lugar al amor y la sabiduría. El coraje, la fortaleza, la compasión, la libertad, la esencia divina, están en nuestro interior, no es necesario que otros los vean o no, les gusten o no, los valoren o no, allí están.

El narcisismo de la reina de Blancanieves está simbolizado por el espejo mágico, lo que él le dice lastima su ego, se siente rechazada, menoscabada; eso la lleva a tomarse muchos trabajos para eliminar a su rival… La reina planea y ejecuta su venganza, impulsada por los celos y la envidia (en realidad, la “envenenada” es ella). Su locura la convence de que con sus malas artes logrará acabar con la vida de Blancanieves, “la más bella del reino”. Luego de darle a la joven la manzana envenenada, obsesiva volvió a preguntarle el espejo, quien al fin le respondió: "Señora Reina, eres la más hermosa en todo el país". “Sólo entonces se aquietó su envidioso corazón, suponiendo que un corazón envidioso pudiera aquietarse”, dice la versión de los hermanos Grimm. Pero esta alegría y tranquilidad de la reina fue fugaz… espejo, reflejo, de lo que ocurre a los que sienten envidia y celos, a los enceguecidos por su ego, siempre hay algo que les tortura el alma.

¿En qué estaría pensando Jean Cocteau, un surrealista francés, cuando afirmó que el espejo debería pensar un poco antes de reflejar algunas cosas? Pero la culpa no es del “espejo” sino de quien le da de comer.

* Coordinadora del Taller de Escritura Creativa y Autoconocimiento Había una vez…

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