Thursday 28 de March de 2024
CELEBRITY STYLE | 04-06-2012 13:29

Cadile convirtió a Su en la más elegante de los Martín Fierro

Unas fotos de Evita con vestidos de Dior motivaron su deseo de ser un diseñador famoso. Nacido en Junín e instalado en Nueva York, viste a Eva Longoria y a Gloria Estefan. Fotos.

Por Brenda Yastremiz (*)

“Caradurez” es la palabra que más usa para describir cómo llegó a vestir a celebridades, a instalarse en Nueva York y comenzar con su propia marca y a que Susana Giménez lleve un diseño suyo en Martín Fierro 2012. “No hay como ella, tan humana, tan sensata”, cuenta Gustavo Cadile. “En sus vacaciones fuimos juntos a ver Evita y después le mostré un vestido negro que a ella le gustó muchísimo. Pero como me dijo que la homenajeaban por los 25 años de su programa, le dije: ‘Va el azul, que da mejor para hacer algo con tu pelo y es más alegre’.” Aceptó y le dije que me encargaba de llevárselo a Buenos Aires. Y entonces me respondió: ‘Quiero que estés sentado conmigo’”.

—¿Te sorprendió?

—Mucho. Susana es muy parecida en su manera de manejarse a las celebrities a las que visto afuera. Una vez, Eva Longoria iba a llevar cuatro vestidos míos en un evento y llamó a los organizadores porque quería que la acompañara en la alfombra roja.

—¿De dónde nace tu admiración por ella?

—De chico para mí era la número uno junto con Madonna. Un amigo me dijo que Susana iba a filmar en Miami, averigüé dónde y me presenté en el hotel con las fotos de la colección. Ella bajó de un auto con Miguel Romano y Vincent, un amigo francés. No me dio ni bola, pero Migue y Vincent, sí, y entonces Susana se dio vuelta y preguntó: “¡¿Pero qué quiere este chico?!”. Miguel le explicó y ella miró mis vestidos, me dijo que uno era divino y al otro día se lo probó y le quedó perfecto. Recuerdo que ese día iba a usar un Dolce & Gabbana pero se puso el mío.

Nacido en Junín, provincia de Buenos Aires, fue su abuela quien lo inició en el oficio de la costura cuando de pequeño la “molestaba” con sus autitos mientras ella trabajaba. Un día se cansó y le dijo que le iba a enseñar a usar la máquina de coser para que la ayudara y así, reto mediante, dio sus primeros pasos. Y además, como si el destino quisiera asegurarle la carrera, tenía como vecina a una prima de Eva Duarte que pasaba horas mostrándole imágenes de Evita con sus vestidos de Dior y que lo hicieron soñar con ser un diseñador exitoso.

—Con esa fascinación por Evita, ¿te gustaría vestir a Cristina Kirchner?

—(Se pone serio) No vivo acá y no estoy metido en el día a día argentino. Pero sí, no me negaría a vestir a la Presidenta, aunque a veces no entiendo cómo se manejan las cosas en este país. Valentino no vistió a todas, Lanvin tampoco… Yo soy más del feeling con las personas y me guío por eso: no le puedo dar mi vestido a alguien que no represente mi marca.

—¿Cómo llegaste a vestir a las celebridades?

—A Eva Longoria llegué por caradurez, otra vez. Ella iba a comenzar a grabar Amas de casa desesperadas y le mandé un e-mail a su manager diciéndole que quería vestirla. A los diez minutos sonó el teléfono, eran él y Longoria, y a la semana siguiente ella vino con su estilista. Se probó un vestido rojo, le encantó y ya lleva usados más de 25 vestidos míos.

—¿Tenés trato con ellas fuera del atelier?

—Eva es un poco más distante, pero Catherine Zeta Jones, no. Cuando voy a la casa de Nueva York, están Michael Douglas, los chicos, te re-agradece que vayas y él participa de la prueba, los hijos te charlan, es más cálido. Gloria Estefan lo mismo: me esperan con jugo de naranja y café cubano, charlamos con Emilio, que la última vez me dijo que estaba gordito y me mandó al gimnasio. Pero la mayoría de las famosas no son así. Están muy pendientes de estar entre las mejor vestidas y las pruebas vienen con la señora que limpia, la asistente, la agente de prensa, la secretaria, y de golpe hay treinta personas alrededor observando y todos opinan algo diferente. Es una locura, y te pone algo nervioso.

—¿Cuándo te independizás?

—Me había comprado una maquinita de coser y había empezado a hacer algunas cosas por mi cuenta hasta que un amigo me dijo que una chica muy rica que se casaba quería que le diera ideas para su vestido. Le hice un boceto, le encantó, y como era nuevo le dije que ella comprara la tela y que yo no le cobraba por hacérselo. Cuando estuvo terminado, quedó espectacular y me invitó a la fiesta y me presentó ante 1.200 invitados. Ahí, una chica me pidió mi teléfono y al otro día me llamó la directora de Neiman Marcus (una tienda de las consideradas de lujo en Estados Unidos), nos reunimos al día siguiente y a los seis meses le estaba vendiendo mis diseños a la tienda. Ahí dejé mi trabajo, contraté a dos costureras y empecé.

—¿Te afectó la crisis económica?

—Y sí, en un momento me fue tan bien que llegué a tener 16 costureras, pero después tuve que achicarme. Las tiendas que antes me pedían diez o doce vestidos me bajaban los pedidos porque nadie sabía qué iba a pasar. Ahora repuntó, pero prefiero seguir así, con una compañía pequeña. Estoy con ganas de hacer una línea más prêt-à-porter, para poder participar de las semanas de la moda.

(*) Periodista de Diario PERFIL.

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