Por Viviana Gabriele (*)
Dentro de esas necesidades, sería sumamente valioso contar con padres fortalecidos.
Hasta hace unos años, difícilmente podía pensar en lo poderosos que podemos ser para nuestros hijos, si nos proponemos serlo. Como mamá de Franco, un adolescente de 15 años con TGD, autismo no especificado, pude descubrirlo. Hace tres años Franco, era un chico “peleado” con el mundo, no tenía lenguaje, y estaba muy lejos de alguna perspectiva alentadora en este sentido y en muchos otros.
Fueron 12 años de su vida, durante los que viví llena de angustia, sufrimiento, miedo y desesperanza. Desde ese lugar, verdaderamente, no había nada por construir ...
Por fortuna, el universo conspiró a mi favor y me mostró un camino que me hizo ver por primera vez todo lo que Franco tenía y no lo que le faltaba. En definitiva ¿Quién puede jactarse de ser un “ser completo”, sin carencias?
Literalmente, me encontré con él por primera vez, cuando entendí o sentí verdaderamente un amor incondicional hacia él. Un amor completo, amor a todo su ser, incluso a su autismo.
Cuando me pude pasar a esta "vereda" todo se transformó.
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Entonces, sin expectativas, sin esperar resultados, pero con toda la pasión de ser una influencia positiva para él, contra todos los pronósticos médicos, Franco empezó a hablar.
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¡Sí! A pesar de las creencias de profesionales de la salud y allegados, arraigadas a la “regla” que explica que si un chico con autismo no adquirió lenguaje antes de los siete, no lo va a adquirir nunca…
Empoderada al fin
(*) autora de Cómo criar un hijo diferente, de Ediciones B
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