Thursday 28 de March de 2024
CUERPO & ALMA | 22-05-2012 19:50

La obsesión por la belleza

Los riesgos de vivir pensando solamente en el aspecto físico.

Por Mariela Govea (*)

A todas las mujeres nos gusta sentirnos lindas y ser miradas. Ser bellas parece ir de la mano de la condición femenina. Ser hermosa, gustar, ser miradas. ¿A qué mujer no le gusta eso?

Desde tiempos inmemoriales, las mujeres han dedicado una parte importante de su tiempo a su cuidado y embellecimiento personal. Uno de los ejemplos más conocidos de la historia es el de Cleopatra, una mujer dotada de una belleza deslumbrante que se daba baños de leche y mejoraba su mirada delineándola con kohol color negro para que tuviera más profundidad.

Más tarde la mujeres se dilataba las pupilas con el objetivo de lograr que sus ojos parecieran de mayor tamaño para ser consideradas más atractivas.

Hoy no alcanza sólo con eso, con tener ojos grandes. Todas las mujeres usamos todo tipo de recursos y de tratamientos para evitar la celulitis, el acné, el paso del tiempo, los kilos de más y las arrugas.

Además, en ser bello tiene implícita la idea de ser joven y ser joven implica ser fértil, es decir, poder tener un hijo y ser mamá. Según estudios de mercado realizados por una multinacional que se dedica a fabricar productos de belleza, el 60 por ciento de las mujeres no está conforme con su cuerpo y solamente el 26% se siente bella.

Pero hay que poder diferenciar que una cosa es querer verse bien, y otra, bien distinta es estar todo el tiempo pendiente de la imagen. Las mujeres “obsesionadas por la belleza” son aquellas que todo el tiempo quieren estar

más lindas, que siempre quieren “mejorar”, lucir mejor, a costa incluso de cualquier tipo de sacrificio y de sufrimiento. Y ahí es donde radica del peligro.

Ese tipo de obsesión lleva a muchas mujeres a acudir con demasiada frecuencia a hacerse intervenciones quirúrgicas, pudiendo llegar peligrosamente a lo que se ha dado en llamar” la adicción a la policirujía”, es decir a solicitar una intervención quirúrgica tras otra, en la misma zona u órgano o en distintas partes del cuerpo. La cirugía es maravillosa cuando es reparatoria o cuando se trata de un caso de vida o muerte y es prescripta por un profesional de la salud idóneo.

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La cantidad de operaciones a la que llegan algunas mujeres es impensable: hay casos gravísimos de mujeres que han llegado a someterse a hasta 50 operaciones o más.

Lo que sucede es que este tipo de mujeres jamás se van a sentir conformes con lo que les devuelve el espejo como imagen, queda claro que sufren una severa distorsión de la imagen corporal.

Las cirugías suelen ser caras-muchas cuestan fortunas – pero además, independientemente del costo que implican, y del “costo emocional” que conlleva “someterse” a intervenciones de este tipo, en muchos casos implican un riesgo que no siempre es tenido en cuenta a la hora de evaluar la necesidad de la operación.

Cuando una persona va por el tercer tratamiento en la misma zona, -es un signo que debería ser leído, por alguien de su entorno, como una señal de alarma. Otra señal de alarma es pasar mucho tiempo del día pensando en determinada parte del cuerpo que se quiera mejorar. Hay casos en que esa atención extra que se dedica hasta llega a interferir en las actividades cotidianas de la mujer. Acá estamos también ante una situación de riesgo.

Frente a la pregunta “Qué es ser bello”, en nuestra sociedad ser bello parece ser la posibilidad de gustarle al otro y de ser aceptado socialmente, de poder conseguir un trabajo o de cambiarlo por otro mejor.

Prefiero una definición que tenga en cuenta el concepto que ser bello es “sentirse cómodo con uno mismo”, lo que implica, claro, conocerse en el sentido del autoconocimiento.La ropa que nos queda bien y la que no, el maquillaje que nos favorece y las zonas del cuerpo que tenemos que explotar u ocultar a la mirada de los otros. Además, la belleza asume distintas formas según la edad.

Acabemos, de una vez por todas, con el supuesto mito de la perfección, de los cuerpos construídos y mejorados artificialmente, -que tuvieron su auge en los años 90- de la belleza esterotipada de los 90-60-90 Vivimos en la era de las mujeres reales, y esto significa que nadie es perfecto.

Lo importante es que podamos convivir con nosotros mismos, a través de las décadas, con lo bueno y lo no tan bueno, con nuestros defectos- y con nuestras partes lindas también, aprender a aceptarnos como una totalidad, aceptar a nuestro cuerpo sabiendo que con el tiempo va a cambiar y que tenemos que convivir con nuestro cuerpo, de la mejor manera posible, y en forma natural, sin someterlo a tratamientos invasivos que a la larga-o a la corta- resultan perjudiciales para nuestra salud.

Por otra parte, los hombres hoy también se ocupan de su cuidado personal y usan más cremas que antes y ya nadie se escandaliza por eso.

* Por Mariela Govea. Periodista y Psicóloga (UBA) especializada en Sexología. Su primer libro es El libro de las novias, Editorial Planeta.

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