Thursday 18 de April de 2024
DECO | 14-02-2012 12:47

Objetos del mundo para una decoración personalizada

Una "arqueóloga de la decoración" cuenta su experiencia con los objetos del mundo. Un ejemplo a imitar.

El mundo se globalizó, y la decoración no es una actividad que haya quedado ajena a este fenómeno que nos sigue sorprendiendo. Las culturas se unieron, mezclaron y formaron nuevas maneras de ver la realidad, y eso se nota en el diseño, donde lo étnico está cada vez más presente junto a las tendencias modernas que el mercado traduce en productos de formas y estéticas innovadoras.

Susana Piazza, diseñadora, creadora y alma mater de Cuatro Elementos, es una apasionada y entendida en esto de fusionar en un ambiente elementos de distintas regiones, logrando siempre un resultado armónico e inspirador. Con casi tantas millas como un CEO de alto nivel, Susana viaja con una mirada curiosa, ávida de encontrar aquello distintivo que la ayude a crear objetos y muebles singulares.

“Mi primer viaje interesante fue a los 22 años. En ese entonces conocí toda España, Portugal, parte de Francia e Italia. Fueron tres meses en los que me sorprendían muchísimo más los pequeños y escondidos pueblitos que las grandes ciudades. Estaba enloquecida con los vitreaux en las basílicas y los mosaicos calcáreos de las villas

italianas. No es algo simplemente anecdótico, porque esta experiencia me amplió la mirada, me permitió ver lo que más adelante se transformó en mi profesión”, recuerda aún con cierto entusiasmo en la expresión.

En su local de San Isidro no hay detalle librado al azar, del mismo modo Susana recorre todos los rincones por los que pasea. “Me sorprende la creatividad de los otros, soy una gran admiradora del buen trabajo. Trato de conocer lo máximo posible, en todo sentido: callecitas, barrios, bares, ferias, playas, catedrales”.

En esos recorridos son en los que esta empresaria va encontrándose con los objetos que luego trae a Buenos Aires y que se pueden ver en la tienda de la calle Carman. De este modo Piazza les asegura a sus clientes poder darse el gusto de tener una pieza irrepetible y única, que además atesora el acervo de un país distinto. Además, algunos

objetos se convierten en materias primas para dejar surgir nuevos y creativos diseños.

“Visité muchos países e increíblemente de casi todos traje algo diferente. De México traje unos caracoles con los que arme una bachas para baño; de Túnez, en África, volví con unas piezas de piel de camello que ellos usan para montura y con ellas tapice dos

banquetitas; en Tanger encontré unos frasquitos que ellos usan para decantación del alcohol para preparar perfumes y acá los utilicé con flores naturales invertidas para armar los centros de mesa de una fiesta”, ejemplifica la emprendedora.

La innovación de Piazza no termina allí. “De Sololá, Xela y Cobán, en Guatemala, traje tejidos antiguos con los que arme rolos de colores súper divertidos con agregados de terciopelos teñidos. De Dubrovnik, en Croacia, traje una especie de tul con piedritas aplicadas que usan para confeccionar disfraces y acá se convirtieron en cortinas para

baño.”

Apelando a las normas del comercio justo, Piazza asegura que siempre paga lo que le piden pues es “imposible ponerle precio a cosas tan especiales”. A su vez, ella luego aporta su mirada para encontrarle muchas veces un nuevo destino al objeto. “Mezclar me encanta. Siempre digo que hay que tener mucho cuidado, pero si sabemos fusionar

estilos, podemos lograr ambientes muy novedosos y cálidos. Todo es cuestión de animarse y de no dejar de lado el sentido común.”

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