A diez años de casarse con príncipe Guillermo Alejandro de Orange-Nassau, heredero de los Países Bajos, y convertirse en princesa, Máxima conserva la sencillez y frescura con los que conquistó a su prometido y enamoró al pueblo holandés. Pero además, a lo largo de estos años, supo imponer su propio estilo, no sólo en la forma de vestir sino también en la manera de hacer las cosas.
Un "real" estilo: dejarse las canas
El look de Máxima cambió en este tiempo pero siempre conservó unos rasgos característicos. Desde el inicio de su relación con el príncipe Guillermo, en 1999, Máxima ha impuesto estilo entre muchas de sus súbditas. Amante del color y los accesorios, luce sombreros con elegancia para cada ocasión y estampados jugados.
Madre ya de tres hijas, la figura de la princesa logró destacarse incluso entre varias de las mujeres más bellas como la princesa Madeleine de Suecia o Letizia de España.
Entre sus diseñadores preferidos, se encuentra Benito Fernández, Valentino (quien diseñó su vestido de bodas) y Olga Naum, aunque decidió dejar de vestirse con esta última diseñadora tras las denuncias por utilizar mano de obra esclava para la confección de sus prendas. Para sus accesorios, prefiere la variedad y tiene devoción por las carteras de la salteña Graciela Fiori. En cuanto a la bijou, suele mostrarse con joyas de Celedonio Lohidoy, Rodrigo Otazú o de Tiffany's.
Últimamente, también, suele llevar prendas autóctonas de la Argentina como las ruanas, algo bien típico de la cultura andina y patagónica, o cinturones made in Argentina. El cabello de Máxima suele estar suelto y sólo para algunas ocasiones especiales lo recoge en un rodete. En algunas pocas oportunidades, también, luce algunos bucles, aunque suele mostrarse siempre con el pelo lacio.
Máxima es la princesa que logró hacer la vista gorda frente al "deber ser" de la moda y, en cambio, probó que el look no tiene nada que ver con convenciones rígidas sino que una personalidad fuerte, la frescura y la sonrisa son las mejores aliadas para vestir.
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