Tuesday 16 de April de 2024
CUERPO & ALMA | 13-12-2011 15:50

Viaje terapéutico a vidas pasadas

La primera parte de un informe sobre una terapia que vale la pena experimentar.

“Nuestra vida no termina en una sola existencia. Las consecuencias de nuestras acciones traspasan las barreras de una vida y nos esperan en nuestra próxima reencarnación”. Potente, la prédica de la psicóloga Liliana Hollman inicialmente intimida. Y suma intriga cuando propone experimentar la inmortalidad del alma.

¿Cómo concretar semejante desafío? A través de la terapia de regresión de vidas pasadas (TRVP) creada por su maestro Brian Weiss, autor del famoso libro Muchas vidas, muchos sabios. ¿En qué consiste una regresión? “La TRVP es una herramienta terapéutica que permite comprender problemas de la vida actual en función de acciones transcurridas en otras vidas”, sintetiza Hollman con sencillez, aunque admite la trascendencia de su causa.

La respiración es la puerta de entrada a un estado de relajación profunda. Mediante una visualización guiada el paciente comienza a transitar internamente un recorrido que lo conduce hasta un recuerdo de la infancia… o de otra vida… Sueña despierto (nunca pierde la consciencia de lo que sucede alrededor), con el cuerpo relajado y la mente lúcida. Como si estuviese habitado por otro, se convierte en protagonista de escenas oníricas; siempre en primera persona, como en los sueños, se ve o imagina a sí mismo actuando en una película.

“Por medio de esta relajación la persona alcanza un nivel de concentración que le permite evocar recuerdos de su infancia o más lejanos, como vivencias dentro del vientre materno. También puede revivir situaciones de tiempos diferentes a los de la vida actual”, escribe Hollman en su libro Viajando a las Vidas pasadas (Editorial Kier). “La experiencia de la regresión actúa como un puente que une la orilla del plano consciente con la esencia de nuestro ser”, sintetiza.

¿Cómo saber si esas imágenes corresponden al pasado o puras fantasías? “El paciente mismo se da cuenta si lo que evoca es una vida pasada o producto de su imaginación en función de la intensidad emocional de la vivencia y el efecto que esta produce posteriormente. La verdad es lo que cada uno experimenta. Si provoca una emoción profunda y los síntomas se alivian o desaparecen, esa es la señal de que lo que se recordó es verdaderamente una vivencia de vida pasada: pasó por el corazón y dejó su efecto curativo”, postula la terapeuta. Y su paciente Clara Capotzi refuerza con su testimonio: “Consulté en medio de una situación de divorcio; había hecho muchas terapias pero no juntaba la energía para concretar el cambio que necesitaba. Entonces empecé con regresiones y encontré en vidas pasadas el mismo patrón de conducta que mantenía con mi marido”, relata Clara Capotzzi. “Por ejemplo, en una de las regresiones me ví a mí misma convertida en un marinero que tenía con el capitán la misma relación de sometimiento que estaba tentando cambiar sin éxito en mi relación de pareja. Acepté que tenía que producir ese cambio para no volver a repetirlo, ni en esta ni en vidas futuras. Y pude divorciarme después de 32 años de casada”, se alegra, como si se hubiese liberado de una carga de siglos, literalmente.

Según esta mirada, el pasado –y no solo el personal y delimitado a la vida presente- puede dejar asignaturas pendientes. Y hasta que no se resuelven, retornan y se repiten, bajo el pasado signo del karma. “La terapia de vidas pasadas ayuda a resolver situaciones pendientes del pasado”, dice Hollman. Pero Clara Capotzzi rescata otro aspecto de la experiencia que para ella fue aún más movilizador: “Me reconecté con la espiritualidad. Creía que el alma trasciende nuestro cuerpo pero ahora estoy mucho más conectada con una energía superior que está ayudándonos desde otro lado”.

(*) Especial para Rouge

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios